Los hogares, supermercados, fábricas y restaurantes deben reducir a la mitad la cantidad de alimentos que terminan en la basura antes de 2025 por imperativo de la Unión Europea (UE).
En el artículo publicado por «El País» bajo el título «Un tesoro que se va a la basura» hablan de como en una sociedad con ritmos de vida cada vez más acelerados, los sociólogos advierten de una falta de conocimientos de cocina y cierto desapego por el valor de los alimentos.
Según datos de la Comisión Europea, el 42% de las pérdidas y el desperdicio de alimentos se produce en los hogares, el 39% corresponde a las empresas de producción y el 14% a la restauración. “Hay que conseguir una toma de conciencia y complicidad a todos los niveles”, plantea Fernando Burgaz, director general de industria alimentaria.
En España, el desperdicio de alimentos por persona alcanza los 28 kilos al año, según un trabajo de la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop), avalado por el Instituto Nacional de Consumo. Los más desechados son el pan, cereales y otros (20%), las frutas y verduras (17%), los lácteos, pasta, arroz y legumbres (13%), las bebidas (7%) y las carnes o comidas preparadas (6%).
El problema empieza a tener una solución que se deja ver claramente y podría solventar muchos problemas de un sólo golpe.
El desperdicio, la desigualdad y exclusión social, la falta de cultura gastronómica y tantos otros problemas asociados a la cadena de la alimentación (el co2 de la distribución, monocultivos y pesticidas, patologías asociadas a la dieta…) se pueden combatir desde las administraciones generando empleo «verde» y activando las zonas rurales a través de agroecología y educación, creando conciencia sobre lo que significa re»usar». Pero, como muy bien se comenta en el artículo, el problema de la falta de tiempo y sobre coste del precio de los alimentos, es una realidad que necesita de una nueva tecnología comprometida social y medio ambientalmente capaz de eliminar los puntos críticos de la industria alimentaria.
En Foodtopia tenemos esta tecnología y hemos sido seleccionados entre los mejores proyectos de innovación social en #TomaLaPalabra, la conferencia que se celebrará en Estrasburgo el 16 y 17 de enero. Sí se implementará una fábrica de transformación local, con productos locales y se distribuyeran localmente de forma que se generara una economía local (imposible sin incluir el factor más importante de ésta: la alimentación, ya que supone 1/3 del PIB nacional) se podría evitar la exclusión social, múltiples patologías y gasto sanitario asociados a la dieta, el desperdicio alimentario y energético, así como se mejoraría el medio ambiente y se generaría empleo verde y de futuro, sostenible y solidario.
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