Después de tres años de estudio sale al mercado la carne de laboratorio, Mark Post y su equipo han desarrollado una hamburguesa de síntesis. A los que la han probado no les acaba de convencer el sabor de esta carne artificial. Y es que, el sabor dista bastante de la natural.
La industria cárnica en España está formada por más de 3.000 empresas, de entra ellas unos 700 mataderos. Sí se llegase a implantar en España este tipo de carne artificial, sólo sería necesario el mantenimiento de unas cuantas granjas y se reduciría la necesidad de los 30 millones de toneladas de pienso que demandan hoy en día las ganaderías.
Además para la obtención de un kilo de carne se requiere 15.000 litros de agua, mientras que la denominada «biohamburguesa» reduciría hasta en un 80% este consumo y casi un 70% de la energía total empleada.
Se estima que para 2050 se duplicará la demanda de carne en el mundo, al tiempo que se acrecentará la escasez del ganado; es por ello que este tipo de investigaciones se están desarrollando en masa.
La hamburguesa ha traído de la mano grandes problemas y desigualdades económicas que hacen preguntarse si no deberían invertirse estos millones destinados a este tipo de investigaciones a divulgar las bondades de otro tipo de alimentación, no basado en el consumo excesivo de carne, que por otra parte es altamente perjudicial para la salud.
El hecho de poder disponer de una comida rápida, tal y como lo es por definición la hamburguesa, no debe alejarnos de una vida y hábitos alimenticios saludables. Existen muchos tipos de hamburguesa vegetal, que además de ser igual de rápidas, admiten miles de combinaciones haciendo que nunca te aburras de comerlas.
Si en lugar de invitar al señor Ferrán Adriá para dar su opinión sobre esta carne artificial (que no deja de ser artificial) con cientos de colorantes, saborizantes, conservantes y otros químicos alimenticios, se le invitara a aprender a cocinar para un futuro mejor, quizás todos saldríamos ganando y podríamos recuperar la tradición, los campos de cultivo, ahorraríamos agua, energía y sufriríamos de menos enfermedades relacionadas con la forma de alimentarnos impuesta por los supermercados.
Imagen e Info de Quo
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