John D. Rockefeller construyó una inmensa fortuna en el petróleo. Ahora sus herederos están abandonando los combustibles fósiles.
La familia cuya riqueza legendaria fue posible gracias a Standard Oil planea anunciar que destinará 860 millones de dólares de su organización filantrópica, la Rockefeller Brothers Fund, al movimiento de desinversión del petróleo que se inició hace un par de años en los campus universitarios de EE.UU.
En los últimos años, 180 instituciones – incluyendo organizaciones filantrópicas, organizaciones religiosas, fondos de pensiones y gobiernos locales – así como cientos de ricos inversores individuales se han comprometido a vender activos vinculados a las compañías de combustibles fósiles de sus carteras e invertir en alternativas más limpias. «Este es un momento de umbral», dijo Ellen Dorsey, director ejecutivo del Fondo Global Wallace, que ha coordinado sus esfuerzos para reclutar fundaciones a la causa. «Este movimiento ha pasado de ser una banda activista pequeña, a convertirse rápidamente en la corriente principal.»
Steven Rockefeller, hijo de Nelson A. Rockefeller y fideicomiso del fondo, dijo: «Vemos que esto tiene tanto una dimensión moral como económica». La familia también se ha involucrado en el activismo de los accionistas de Exxon Mobil, la mayor sucesora de la Standard Oil. Los miembros se han reunido en privado con la compañía durante los años en los esfuerzos para conseguir que se modere su postura sobre las cuestiones relacionadas con el medio ambiente y el cambio climático.
Stanford anunció recientemente que venderá sus participaciones en la industria del carbón; la oficina de inversión de la Universidad de Yale pidió a sus administradores que examinaran cómo sus inversiones afectan al cambio climático y evitar las empresas que no tengan un programa «para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El anuncio no satisfizo a los muchos estudiantes que presionan por la desinversión.
No todo el mundo va a desprenderse por completo o de forma inmediata del uso exacerbado del petróleo, algunos sólo se están despojando de sectores específicos de la industria de los combustibles fósiles, como el carbón. Pero la clave de la noticia es que por primera vez parece que estas grandes empresas, universidades o sectores de opinión se están moviendo hacia un destino común. No hay nada como verle las orejas al lobo, pero sobre todo la presión social.
Hay que unirse para pedir el cambio, vemos que los ¡grandes reaccionan!
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