«Disruptivo» es un término que viene de lejos, a mediados de los 90 Clayton M. Christensenprofesor de la Harvard Business School empezó a teorizar sobre las innovaciones disruptivas, un concepto que acabó plasmando dos años después en su libro «The Innovator’s Dilemma «.
Christensen describe en este libro el resultado de su estudio: por qué empresas buenas perdían su dominio de mercado aún cuando seguían buenas prácticas de negocios – escuchaban a sus clientes y se enfocaban en sus productos más rentables. Irónicamente estas buenas prácticas de negocios, que normalmente mejoran los productos y servicios, llevaron a que las empresa no respondieran ante nuevos productos y tecnologías. La razón: las nuevas tecnologías disruptivas, que requieren cambios radicales en producción y mercadeo, y que aún no han encontrado un mercado.
Según esa teoría, productos considerados disruptivos por una gran mayoría de mortales, como –por ejemplo– el iPhone, no entraría en esa catalogación original de Christensen, porque ni es barato ni se dirige a un público con pocos recursos.
Por eso, el concepto ‘disruptivo’ ha evolucionado desde entonces, adaptándose a las exigencias de los mercados. Pero no se ha conseguido otorgar a la teoría de Christensen una solución que cumpla todas las ideas formuladas para convertirlo en realidad, hasta ahora…
Foodtopia es un proyecto de INNOVACIÓN DISRUPTIVA, a partir de una nueva tecnología de proceso (patentada) y producción de alimentos en factorías locales / urbanas y soberanas.
El objetivo es la creación de alimentos equilibrados, 100% naturales, respetuosos con el recetario tradicional, con alta calidad gastronómica, a un precio asequible y con el mínimo impacto ecológico, sanitario y social.
“El alimento” es un bien esencial y universal, pero queda pendiente democratizar el acceso a “dietas” de calidad, equilibradas, no engañosas, completas en carbohidratos grasas y proteínas, vitaminas, oligoelementos etc, que permitan:
• El crecimiento y desarrollo de los niños.
• El mantenimiento de la salud y la actividad de los adultos.
• La supervivencia, la comodidad y la calidad de vida en los mayores.
• La liberación del tiempo no creativo en la cocina, sin perder las raíces culinarias de cada persona.
• La recuperación de la memoria del gusto y las tradiciones culinarias locales.
• Aumente al máximo las oportunidades individuales para conseguir el éxito y la felicidad.
• Salvaguarde un hábitat habitable para los seres humanos y otras especies.
• Perpetúe una sociedad civilizada.
Para que el aporte calórico y nutricional diario esté garantizado a un precio muy inferior al que estamos acostumbrados, y poder demostrar que alimentarse bien no cuesta más de la mitad de lo que estamos pagando de media en estos momentos.
De esta manera se introduce un factor dinamizador de la economía, que junto con la reducción de los gastos sanitarios, medioambientales, y de deslocalización económica, permite a la sociedad, a través de la dieta empatizar con su hábitat. El ahorro alimentario de los ciudadanos, debería de ser en gran parte invertido en energía solar o eólica, para obtener beneficios a través de una descarbonización local y poder generar empleo verde.
Para los expertos, cuando tienes una oferta comercial disruptiva, es fácil replicar, porque mientras la competencia tenga el mismo producto lo podrá replicar tarde o temprano, mientras que si tienes una tecnología disruptiva, como es el caso, diferencial, única, será mucho más complicado que te lo copien. “Las innovaciones disruptivas que tienen más impacto y que son más complicadas de replicar están vinculadas a una nueva tecnología”, subraya Carlos Domingo, autor de El viaje de la innovación.
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