Demandas contra McDonald’s

McDonald’s ha perdido la demanda presentada contra el chef Jamie Oliver al desvelar el secreto de sus hamburguesas y afirmar que las partes grasosas de la carne se “lavan” con hidróxido de amoníaco y luego se usan en la confección de la ‘torta’ de carne para rellenar la hamburguesa. Antes de este proceso, esa carne no era apta para consumo humano.

McDonald´s es mundialmente conocido como una franquicia de comida rápida, en concreto de hamburguesas y demás objetos llamados «comida basura». Fue fundada en 1955, es la primera empresa del mundo en el sector de restaurantes, la primera por volumen de negocio y, sin duda, la más representativa, en el paradigma del sector de «comida rápida» no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. En 2007, su volumen total de ventas fue de 22.800 millones de dólares, de los cuales 16.600 procedieron de los restaurantes que operan por cuenta propia y 6.200 millones de los que operan terceros mediante franquicias. McDonald’s recibió en 2007 más de 52 millones de clientes diarios, lo que quiere decir que en un año, considerando su red mundial, sirven 19.000 millones de comidas. Los más de 52 millones de clientes diarios de McDonald’s no son, o no son en su abrumadora mayoría, ricos, de clase alta. La cifra de ventas desde el inicio de la crisis, no sólo no ha caído, sino que está aumentando más de lo previsto por los analistas y más que las de sus competidores.

La industria de alimentos usa el hidróxido amonio como un agente anti-microbiano. «Estamos hablando de carnes que hubieran sido vendidas como alimento para perros y después de este proceso se les sirve a seres humanos. Aparte de la calidad de la carne, el hidróxido de amonio es dañino para la salud» – Añade el chef y activista, Jamie Oliver, que ha empezado su particular guerra contra la industria de la alimentación.

En abril pasado salió a la luz la historia de un ciudadano estadounidense que ha conservado una de sus hamburguesas sin hongos, moho ni olor durante 14 años. David Whipple compró una hamburguesa en 1999, quería averiguar cuánto tardaría en descomponerse la hamburguesa. Para su sorpresa varios años después seguía en perfecto estado, hasta que cayó en el olvido el experimento y transcurridos catorce años, uno de los hijos de Whipple hizo el asombroso hallazgo: «No me lo podía creer que siguiera igual».

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La acusación más popular contra McDonald’s y otras empresas de comida rápida, que ha inspirado libros, dos películas de bastante éxito, Super Size Me (2004) y Fast Food Nation (2006), e, incluso, famosos litigios, se refiere a su papel en lo que podemos llamar el «sistema de alimentación» de la población de Estados Unidos y, de paso, en el mundial: McDonald’s, y todos sus imitadores, han tenido éxito vendiendo, se dice, comida industrializada de mala calidad, sin ninguna preocupación por la salud de los clientes, y ha contribuido, entre otras cosas, a la proliferación de las enfermedades cardíacas y de la obesidad, una verdadera plaga o epidemia, como es sabido, de la sociedad norteamericana y, cada vez más, de las europeas. Esta «acusación» ha adoptado muy diferentes formas, se ha lanzado en muchos países y queda resumida y simbolizada en la expresión «comida basura». Otras denuncias, como la que se refiere a la destrucción de tejido social por el perjuicio que causan los McDonald’s a los restaurantes tradicionales, se lanzan con menos convicción y tienen poco impacto en la opinión pública. Además, están sus rígidas políticas salariales y laborales y, evidentemente, otros factores a considerar: impactos en las zonas donde se implantan, efectos sobre sus proveedores, deslocalización industrial, etc.

¿Qué ser humano en su sano juicio tras estas informaciones pondría un trozo de carne remojada en hidróxido de amonio en la boca de un niño?

Luego de que se haya revelado este ‘lavado de carne’, la cadena McDonald’s decidió modificar su receta, aunque la compañía niega que haya sido en respuesta a la iniciativa del chef. En USA, Burger King y Taco Bell ya abandonaron el uso de amonio en sus productos.

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