Reflexión sobre la alimentación

«A menudo asociamos comer ecológico con comer caro». Estas son reflexiones de Esther Vivas, licenciada en periodismo y sociología, autora de varios libros de análisis de movimientos sociales y activista alimentaria. Os remitimos a su web www.esthervivas.com para que conozcáis su opinión sobre éste y otros temas. Una visión clara sobre el momento de la alimentación actual.

«En tiempos de recortes pensamos que no podemos gastar tanto dinero en alimentación. De hecho, se calcula que un 41% de las familias en el Estado español han modificado sus hábitos de consumo como consecuencia de la crisis, con el objetivo de ahorrar, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Pero los alimentos de calidad no tienen porque ser necesariamente caros«.

«Nos hemos acostumbrado a que, si queremos, podemos comprar nectarinas, uvas, fresas, melón… todo el año. Ya no sabemos si los tomates o las naranjas son cultivos de temporada o no. Hemos desaprendido los ritmos de producción de la tierra y nos hemos alejado del trabajo en el campo. Langostinos de Argentina y piña de Sudáfrica con espárragos de entrante del Perú. Los alimentos viajan de media unos cinco mil kilómetros del campo al plato, según un informe de Amigos de la Tierra. Muchas veces se trata de una estrategia para producir barato, explotando derechos laborales y medioambientales, para luego vender aquí el producto tan caro como a las multinacionales de la agroindustria les resulte posible». 

«Una compra local y de proximidad no debe ser cara; aparte, reduciremos el impacto ecológico de un modelo de alimentación kilométrico. ¿Qué sentido tiene que aquí comamos alimentos que vienen de la otra punta del mundo y que allí sus mercados estén “invadidos” por productos subvencionados del agribusiness, que se venden por debajo del precio de coste y hacen la competencia desleal a los campesinos autóctonos?

«Comprar directamente, en mercados locales o vía comercio electrónico son buenas opciones para saber de dónde viene lo que comemos, pagar el precio íntegro a quien lo ha cultivado y ahorrar dinero. Los grupos y las cooperativas de consumo, que en los últimos años han proliferado, son también una elección adecuada: personas de un barrio o de un municipio que se organizan para comprar alimentos ecológicos, sin intermediarios, al campesino, y obtener un producto de calidad y a un precio asequible. Pensamos que ir al supermercado nos saldrá barato, pero, a menudo, acabamos comprando más de lo que necesitamos: ofertas 3×2, descuentos, colocación estratégica para que llenemos la cesta sin pensar. Algunos productos se anuncian baratos, pero suelen ser sólo un reclamo, para que cuando vayamos adquiramos otros que ya no lo son tanto».

«Además, el consumo de carne, en los últimos tiempos, no ha parado de aumentar. Con una dieta más vegetariana, no sólo reduciremos el impacto tan negativo que tiene la producción intensiva de carne en el medio ambiente -que genera gases de efecto invernadero, entre otros- y las malas consecuencias para nuestra salud, sino que conseguiremos, también, rebajar el importe de la cesta.»

@esthervivas

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