La huella Ecológica

Según los datos que se desprenden del análisis de la huella ecológica de los españoles, publicado por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino (MARM), un español necesita como media 6,4 hectáreas de territorio para satisfacer sus consumos y absorber sus residuos, que es casi el triple de lo que España se puede permitir. La huella ecológica de un país es la suma de todas las tierras agrícolas, de pastoreo, bosques y zonas de pesca requeridas para producir los alimentos y materiales que cada territorio consume, para absorber los desechos emitidos y para proporcionar espacio para su infraestructura. En los últimos diez años esa huella ha crecido un 34%, en su mayor parte como consecuencia del incremento de consumo energético.

Cualquier producto que llega al consumidor final ha atravesado toda una cadena de valor, más o menos larga, desde la extracción de las materias primas (minerales, madera, pescado, etc.) hasta el producto acabado, pasando por el diseño, la transformación, la promoción, la distribución y el transporte o la comercialización. En cada uno de esos pasos o eslabones de la cadena se va añadiendo algo más de huella ecológica hasta llegar a aquel consumidor final.

Cuanto más grande sea la huella ecológica de una ciudad o un país, más grande será también el impacto ambiental que provoca más allá de sus límites. Según un estudio, que forma parte del informe «Sostenibilidad Local», realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), la huella ecológica de las ciudades se corresponde con el área que se necesita para sostener los patrones de consumo de sus habitantes y, por lo tanto, es siempre proporcional a la población. El número de productos no locales que se consumen, la preferencia por los productos empaquetados, la alimentación basada en productos cárnicos frente a los vegetales o el papel que no se recicla son algunos de los factores que hacen aumentar la huella ecológica de una sociedad y ponen en peligro la sostenibilidad.

De este estudio se desprenden las siguientes consideraciones relativas a la huella ecológica en ciertas ciudades españolas. Entre los indicadores que se tienen en cuenta para realizar esta valoración están la generación de residuos urbanos, el consumo de agua en los hogares, el de energía eléctrica por habitante estimado, la superficie de zonas verdes urbanas, la concentración de óxido de nitrógeno y otros contaminantes, el índice de actividad económica urbana, la tasa de paro o la densidad de población.

Cáceres es la ciudad que presenta una menor huella ecológica porque necesitaría poco más de su territorio para mantener el consumo actual de recursos medioambientales (1,38), seguida de ciudades como Cuenca (1,68), Badajoz (2,19), Albacete (2,90), Córdoba (4,10), Jaén (4,79) y Teruel (4,98).

Sin embargo, Bilbao (necesitaría 100,88 veces su territorio), o ciudades como Cádiz (necesitaría 90,84 veces su espacio), Pamplona (89,36), Barcelona (83,37), Santander (81,04) y A Coruña (80,23) que presentan un déficit ambiental muy severo.

Para reducir la huella ecológica de la Tierra es necesario que tanto gobiernos como consumidores tomen una serie de decisiones y responsabilidades que permitan reducir el impacto causado.

Noticia vía Facua.org

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